Reflexiones y expectativas

 A lo largo del año, el proceso de convertirse en docente significó una tarea de cambios y enfrentamientos que la misma práctica nos hace vivir para poder aprender a enseñar. En este sentido, la residencia nos abre un universo en donde nuestras propias representaciones posibilitan volver a reconsiderar cuáles son aquellas estructuras que nos enmarcan y condicionan la forma de mirar, ser y sentir. La realidad nos hace ver que las aulas, los estudiantes, el contexto educativo forman parte activa de nuestras vivencias u otro tipo de situaciones que luego se convierten en experiencias. Hay una situación que impacta sobre nosotros al momento de enfrentarnos a la práctica docente, en mi caso particular conocer adolescentes con historias particulares, conductas complejas y sobre todo el desafío de poder transmitir y acompañar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Al iniciar la residencia mi propósito era poder enseñar historia desde una óptica diferente, es decir lograr que los estudiantes aprendan a pensar históricamente a través de múltiples habilidades. Esto incluye comprender el tiempo histórico y razonar causalmente, valorar e interpretar críticamente las fuentes de información histórico, comunicar su pensamiento a través del manejo de lenguajes innovadores como ser el gráfico, audiovisual y sonoro.  

A través de la residencia pude tener una visión más personal y real de lo que significa la práctica docente, esto justamente nos abre un horizonte desafiante que estimula el diálogo, la reflexión y sobre todo poder pensar en la importancia del cómo enseñar. Evidentemente, la realidad de los espacios escolares nos muestra un escenario complejo con enfrentamientos permanentes que demandan formas de enseñar, aprender, conocer y evaluar. Esto forma parte de la capacidad de ser un docente permeable, flexible a los nuevos acontecimientos, propiciando un espacio real de enseñanza que tenga sentido para quienes son partícipes de su propuesta propuesta pedagógica.

La práctica docente a través de la residencia me permitió conocer nuevos modos de enseñar, pensando que el proceso de enseñanza-aprendizaje es un espacio dinámico que nos invita a trabajar sobre nosotros mismos, nuestra biografía, nuestras fortalezas y debilidades. Conocer a los estudiantes a través de sus propias subjetividades, sueños, su visión del mundo inclusive sus formas de expresión verbal y no verbal. Todo esto se proyecta en la variable espacio-tiempo, ya que dar clase implica justamente explotar al máximo los minutos que tenemos para poder poner en práctica nuestra planificación áulica. Esta tarea también implica trabajar sobre las representaciones sociales que atraviesan a los estudiantes. Hay una realidad que es importante deconstruirla para lograr la construcción del conocimiento histórico y el interés del mismo. En todo momento, la residencia me abrió un nuevo formato de lectura sobre la práctica docente, como un quehacer que busca dar respuestas significativas a la realidad compleja que envuelve a los estudiantes. Es fundamental resignificar nuestros conocimientos y capacidades adquiridas como docentes.

Cuando uno termina la residencia comprende que ser docente implica una responsabilidad social que seguramente nos lleva a pensar propósitos a futuros. En mi caso personal, considero que es importante la capacitación constante, la actualización y el desarrollo de capacidades cognitivas. La realidad que se vive en las aulas cambia todo el tiempo, y por ende el contexto escolar será siempre un escenario complejo que le exige al docente transformarse en un agente de cambio constante. Evidentemente es una decisión subjetiva y forma parte de la ética ciudadana.

A modo de cierre considero sumamente significativo agradecer a la institución CEDSa como así también al equipo docente que estuvo acompañándonos en todo momento para que nuestra residencia sea un espacio de aprendizaje significativo.


Comentarios

  1. Te escribo hoy, ese día tan especial donde en este momento te dices a ti mismo: quiero ser profesor y cumplir mi sueño de superarme a mi mismo.

    Trabajaremos duro, no vamos a creer que podamos tener tanta suerte como para cobrar por cumplir con una de las funciones más bellas y más especiales de nuestra sociedad. La docencia es una carrera de fondo y hay muchas piedras en el camino que te quitarán energías. Si bien es la mejor carrera que podamos haber elegido es agotador y dejaremos la piel en el colegio o en el instituto, pero tendremos mucha felicidad y nos sentiremos satisfechos de haber contribuido en la enseñanza del futuro de nuestro país.

    Vivimos momentos delicados en educación y tu fortaleza marcará la diferencia. Verás, aunque lo leas o lo veas en los medios de comunicación, o en las redes; la realidad es muy distinta a cómo la explican periodistas y expertos. El futuro tiene un modelo educativo que está más fundamentado en analizar la información que en transmitirla, porque todo lo que sabemos ya está en la red. Pero la red no sabe de didáctica. Nos necesitan como mediadores, como gestores de contenidos. Debemos tener en cuenta que las corrientes pedagógicas son pasajeras. Aunque hay clásicos de los que no se puede prescindir, siempre surgirán nuevos retos en educación. No debemos cerrarnos a ninguno, permiendonos cambiar.
    Viviremos momentos mágicos. La alegría de ver cómo crecen los estudiantes , cómo ganan en autonomía, cómo te superan, cómo se superan, cómo aprenden es y será nuestra mejor experiencia como profesores y humanos.

    Lo vas a hacer genial.

    Paula Fernanda Ballesteros
    DNI:35105197
    UG SALTA CAPITAL

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  2. Estimado José, luego de leer tu blog concuerdo con vos y me identifico con muchos sentimientos encontrados; por otro lado como vos mencionas el espacio de la residencia nos ofrece una aproximación de la labor docente, esta experiencia nos muestra donde estamos parados, además nos brinda las primeras herramientas para avanzar en este gran camino!!! Saludos amigo...

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